
Recostado en ese lecho del que apenas te levantas
pareces vivir la vida a través de los recuerdos
narras historias de un tiempo que quedó en la lejanía
con caracteres de cuentos de caballeros y hadas
Cuentas de tu niñez, cuando el cemento y las vías
apenas si dibujaban la ciudad donde vivimos
el canto del pregonero, que vendía por las calles
empujando su carrito y saludando a las vecinas
El diariero, el manicero, el hombre del organito,
el verdulero, el afilador, el que vendía los churros
y hasta aquellas lavanderas que llevaban sus atados
encima de sus cabezas demostrando habilidad.
Yo te recuerdo mi héroe cuando jugando pelota
nos hacías corretear prendido a tus pantalones
y me encantaba observarte en alguna actividad
reparando alguna cosa o fabricando un enser
Algún sacudón me diste cuando quedaba a la vista
alguna que otra macana producto de travesuras
¡cuantas veces enojado me reprendías de veras
por no obedecer las reglas que en la casa tu exigías
Fui creciendo y fui leyendo entre las líneas del tiempo
que mucha razón tenías en tantas cosas que hacías.
los consejos que me dabas, el ejemplo de una vida
llevada siempre ceñida a la moral y la ley
De religión nunca hablaste ni nos hiciste saber
pero nunca renegaste de quienes se atan a ella
tu vida fue religiosa, la familia religión
el trabajo y el saber fueron las sendas andadas
Amaste y enseñaste, el valor de la familia
y para mí fuiste ejemplo al enfrentarme a la vida
hoy te veo allí cansado con los años sobre ti
y sé que en cualquier momento te me vas a ir de aquí
Temo que llegue el día en que nos digas adiós
pero sé que lo harás de frente, sin tener que pedir perdón
tienes el alma pura como pocos en la tierra
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