
Esta angustia que me oprime y me impide respirar,
me está secando el alma y no lo puedo evitar
tengo mis alas rotas y ya no puedo volar,
mis sueños se fueron lejos, ya no los puedo alcanzar.
El amor es un recuerdo que se pierde en mi memoria
y hasta el deseo de amar se disolvió en el recuerdo.
Yo viajaba por la vida como lo hace otra gente,
montado orgullosamente en el corcel de la vida,
quise beber de la aguas que me ofrecía otra fuente
y me introduje en la senda que me llevaba hasta ella,
me detuve a contemplar las flores que en el camino
se ofrecían tentadoras a un costado del sendero,
quise mirar las estrellas a través de otros cristales
y paladear otras frutas con aromas diferentes.
Mas cuando quise intentar retomar mi camino,
había caído la noche en ese lugar del tiempo.
Al llegar la madrugada las flores estaban secas
mi corcel se había ido y amenazaba tormenta,
busqué cobijo en un templo adornado de promesas
y esperé junto a la hoguera a que amainara la lluvia.
Esa hoguera se apagó y me invadió la tristeza,
el frio de los inviernos se instalo bajo mi piel,
quise hacerme a los caminos y me ganó el hastío
y decidí abandonarme al designio del destino.
Mi soledad no se debe al hecho de vivir solo,
es el estado del alma que se niega a compartir,
es ésta vida que llevo, aislándome de la gente
que por cosas del destino viven pegadas a mi,
sin sentir lo que yo siento, mirando otro horizonte,
bebiendo de otros licores y contemplando colores
que en mi mundo ya no existen, o no puedo percibir,
el mundo a mi alrededor desconoce mis miserias
y por mas que se me acerquen no pueden darme calor,
hoy veo pasar la vida a través de la ventana,
no sé que es lo que espero, tampoco sé que buscar
solo ansío que se acabe mi amargura y mi pesar.
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