viernes, 5 de septiembre de 2014

Mi viejo

Mi viejo
10
 
Recostado en ese lecho del que apenas te levantas
pareces vivir la vida a través de los recuerdos,
narras historias de un tiempo que quedó en la lejanía
con caracteres de cuentos de caballeros y hadas.
 
Cuentas de tu niñez, cuando el cemento y las vías
apenas si dibujaban la ciudad donde vivimos,
el canto del pregonero, que vendía por las calles
empujando su carrito y saludando a las vecinas.
 
El diariero, el  manisero, el hombre del organito,
el verdulero, el afilador, el que vendía los churros
y hasta aquellas lavanderas que llevaban sus atados
encima de sus cabezas demostrando habilidad.
 
Yo te recuerdo mi héroe cuando jugando pelota,
nos hacías corretear prendido a tus pantalones
y me encantaba observarte en alguna actividad,
reparando alguna cosa o fabricando un enser.
 
Algún sacudón me diste cuando quedaba a la vista,
alguna que otra macana producto de travesuras.
¡Cuántas veces enojado me reprendías de veras,
por no obedecer las reglas que en la casa tu exigías!.
 
Fui creciendo y fui leyendo entre las líneas del tiempo,
que mucha razón tenías en tantas cosas que hacías.
los consejos que me dabas, el ejemplo de una vida,
llevada siempre ceñida a la moral y la ley
 
De religión nunca hablaste ni nos hiciste saber,
pero nunca renegaste de quienes se atan a ella,
tu vida fue religiosa,  la familia  religión,
el trabajo y el saber fueron las sendas andadas.
 
Amaste y enseñaste, el valor de la familia
y para mí fuiste ejemplo al enfrentarme a la vida,
hoy te veo allí cansado con los años sobre ti
y sé que en cualquier momento te me vas a ir de aquí.
 
Temo que llegue el día en que nos digas adiós,
pero sé que lo harás de frente, sin tener que pedir perdón,
tienes el alma pura como pocos en la tierra

y un corazón ya gastado de tanto brindar amor.

 
Julio Madriaga