martes, 9 de septiembre de 2014

AVES DE PRIMAVERA

…17

De pronto sin anunciarse llegan las aves de agosto,
traen consigo promesas de una pronta primavera,
traen sus alas abiertas para abrazar al amor
y en sus pechos los deseos de formar un nido nuevo,
para entregarse a la vida, junto a su fiel compañero.
Muchos cantos de alegría, de pasión, de cortejo,
generalizan la breve estación del apareo,
pasarán la primavera, el verano y al final,
levantarán raudo vuelo abandonando el lugar.
Pobre de aquellos que nunca hayan podido anidar,
pero más pobres los otros que anidaron sin fortuna
y levantaron el vuelo sin compañía ninguna.
Las aves vienen y van, surcan los cielos sin prisa,
pero el amor verdadero se queda allí, en el lugar,
ya sea en llanos, montañas, o en una isla en el mar.
No existe nada en la tierra, parecido a una receta,
la vida así es de sencilla, hay amor o no hay amor,
no hay que ponerle color, por más vueltas que le des,
me quieres, no me quieres, y no dramatices nada,
el amor es tan sencillo que no hace falta estudiar,
al complicarlo lo hacemos difícil de digerir
y al final nos lastimamos por no podernos amar.
Se habla tanto de ello que al final parece texto,
no hay que buscar un pretexto para dejar de querer,
cuando el amor se termina, cuando no hay más para dar,
es mejor la despedida que ponernos a llorar,
mucho menos acusar, al otro por nuestras penas,
menos tratar de aferrarse a alguien que no nos quiere.
Claro que todos sueñan con el amor que perdura,
aquel que nada lo apaga, ni toda el agua del mar
aquel que cuando los años, de blanco nos tiñe el pelo
y la piel que se marchita nos bautiza de abuelo,
sigue allí sin apagarse, es que es amor verdadero.
Las aves ya están ansiosas por comenzar a volar,
mi piel se eriza de frío, tal vez sea de miedo,
pues comienzo mi camino con mis cabellos cenizas,
sin el alguien a mi lado que supe hasta ayer tener.
La muerte es otra traidora del amor y sus miserias
la muerte que sin llamarla viene puntual a buscarte,
esa muerte que buscaste para no seguirme más.
 
                                                                            Julio Madriaga